CRECIMIENTO PERSONAL

SIEMPRE HAY UNA MANERA

 

 

Agustín García Andrade

 

La mayor parte de nuestras decisiones y acciones son motivadas por procesos emocionales y no tanto intelectuales. El 95 por ciento de todo lo que hacemos es resultado de los hábitos, conscientes e inconscientes. Es decir que son las emociones las que nos impulsan a decidir, hacer o decir algo.

Las creencias influyen en gran medida en nuestro comportamiento, en que hagamos o dejemos de hacer algo. Así como los hábitos se aprenden, también se pueden desaprender.

Cuando desaprendemos un hábito basado en una emoción negativa, lo reemplazamos con un nuevo hábito basado en una emoción positiva. Por ejemplo, podemos cambiar el temor por la gratitud. Cuando estamos incorporando un nuevo hábito mental, suelen surgir algunas resistencias, pues hemos acostumbrado a nuestra mente y cuerpo a pensar y actuar de cierta forma, quizás durante años, y en el cambio estamos instalando nueva información.

Por eso, la práctica consistente lleva a la maestría. “La repetición fabrica los hábitos”. Los nuevos hábitos empoderan el cambio si nos enfocamos en sostenerlos, si hacemos lo que sabemos que realmente queremos y debemos hacer. Y cuando actuamos, el miedo desaparece.

Es cierto que hay decisiones y acciones con las que un principio experimentamos cierta sensación de incertidumbre, por el hecho de tomar ciertos riesgos. En este sentido, si esperamos no cometer errores, ya estamos en el primer error. Porque si estamos atentos, esos errores pueden convertirse en valiosas lecciones de aprendizaje que nos llevan a dar un salto no solo en nuestro negocio, sino quizá también en nuestro desarrollo personal.

Entonces, no miremos a las equivocaciones como algo a evitar, sino más bien como oportunidades, en las que cuanto más aprendamos y más rápido lo hagamos, más simple será entonces encontrar la manera acertada de hacerlo. Muchas veces, las mejores cosas, suceden cuando persistimos y trascendemos los primeros obstáculos.

Por eso cada situación que se presenta como un desafío es en realidad una oportunidad de activar un talento, una habilidad que tenemos. La clave es que comprendamos que según la forma en que veamos una situación, es decir el enfoque que le damos, podemos percibirla como un problema o como una lección de riqueza. Siempre hay una manera.

“Tu habilidad de resolver con éxito los desafíos en la vida es directamente proporcional a tu nivel de coherencia emocional”.

 

Fuente: http://www.inspirulina.com/

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