REFLEXIONES

DESPIERTA Y LIBÉRATE DE LA ILUSIÓN DEL ÉXITO

 

 

Leo Alcalá

 

Evelyn compartió conmigo la pregunta que nos habían dejado en nuestra tribu.

Al escucharla, lo que experimenté fue interesante. Divertidamente interesante, diría yo.

No era algo que me esperaba. Tampoco era que no hubiera podido predecirlo. Pero simplemente, hoy, esta mañana, durante el desayuno, mientras Evelyn me compartía la pregunta, me sorprendió.

Divertida… y gratamente.

Al escucharla se me hizo inmediata y contundentemente evidente cómo era algo que ya no estaba presente en mi mentalidad.

Muy diferente a como lo había sido antes, años atrás.

Ya mencionamos cómo en nuestra historia, y especialmente en la mía como autor y conferencista internacional, hubo una etapa en la que yo estaba inmerso dentro del paradigma tradicional del desarrollo personal.

Ese en el que, entre otras cosas, el éxito y la idea de clarificarlo, construirlo, alcanzarlo y mantenerlo son centrales.

Hoy se me hizo presente de una nueva manera, ante el contexto de la pregunta dejada en La Tribu, cuán fuera de ese paradigma me encuentro.

La pregunta es sencilla. Una comúnmente referida y a la que se le suele dar gran importancia:

¿Qué defines por éxito?

Ante una pregunta así, surgen varias posibilidades. Una, es mantenerte dentro del paradigma implícito en la pregunta… y responder desde ahí.

Otra posibilidad: moverte fuera de ese paradigma. Tanto así que la pregunta—y su anticipada respuesta—pasa a ser irrelevante.

Me explico:

¿Qué es el éxito?

¿A qué te refieres con éxito?

¿Qué es éxito para ti?

¿Cómo sabes cuando eres exitoso?

¿Qué te falta para ser exitoso?

Son variantes de una misma idea. Una en la que hay cosas por construir, lograr, mantener y aumentar… para entonces declarar, ante uno mismo y los demás, que tengo “éxito”.

Esa idea no sólo presupone que hay algo por lo que pasar antes de poder tener lo que sea que decidas que éxito va a significar para ti. También implica que hay que definir ese significado en primer lugar.

Éxito no es más que una palabra. Una etiqueta. Un conjunto de letras.

Lo que hagamos con esa palabra siempre será totalmente arbitrario. Siempre será una invención en nuestra consciencia, no un parámetro desde el que definir nuestra existencia.

Y cuando jugamos a definir lo que éxito es o se supone que debe ser, cuando estamos en la búsqueda por estándares desde los cuales medir si somos o no somos eso que en primera instancia estamos inventando nosotros mismos (la idea del éxito)…

Estamos en la hipnosis.

En la hipnosis de un afuera. De unas circunstancias. De un juego que implica condiciones. Y de la supeditación de nuestro ser a nuestro pensar.

En mi mundo, las cosas no son como se expresan en la declaración cartesiana “pienso, luego existo“. La cosa es al revés.

No hay nada que anteceda la existencia.

Todo lo demás surge de ahí. Todo lo demás, en ese sentido, es una creación. Una invención. Una ilusión. Una que convertimos en realidad en el momento que nos sumergimos en ella para jugar, para explorar, y para expresarnos como los seres infinitamente creativos que somos.

No es sólo que cualquier parámetro que queramos usar para definir la idea del “éxito“ es arbitrario. Es que la idea en sí misma de una “cosa” llamada éxito es también arbitraria.

Por lo tanto es, en esencia, innecesaria.

No quiero decir con esto que no podamos jugar un juego que llamemos éxito.

No quiero decir con esto que no nos pueda ser útil emplear la palabra y atribuirle algunos significados para referirnos a cosas como si tal o cual proyecto fue exitoso o no.

Cuando nosotros jugamos Rummy-Q (un juego de mesa que algunas noches solemos jugar en familia luego de la cena), nos sumergimos en el juego lo suficiente como para disfrutarlo.

Pero nunca tanto como para perdernos en él. Nunca como para sentir que el juego define lo que nuestra realidad o identidad realmente es.

¿Quieres jugar al éxito? ¿Quieres darle nombre y apellido a lo que le vas a considerar como éxito? Adelante. Disfrútatelo.

Tan sólo te estoy invitando a que reconozcas que no es más que eso, un juego en tu consciencia. Y que al reconocerlo, no entres en el trance hipnótico de creerte definido y supeditado, validado y aceptado, según lo que ocurra en tu juego.

Éxito y lo que por éste decidamos entender, es un concepto en nuestra mente física. Es una idea del ego.

No es, por falta de mejores palabras, una esencia de tu espíritu.

Quien tú eres realmente como ser espiritual, como consciencia pura, no está determinado por ningún concepto.

Vivir desde la idea del éxito como algo que “es“ y ante lo que nos medimos y juzgamos, es vivir desde la perspectiva limitada e incompleta de nuestra mente física.

Es vivir desde la ilusión de que nuestro ego puede saber lo que es “mejor“ para la evolución de tu consciencia.

Te pongo un ejemplo…

Si yo me planteé la meta de generar diez mil dólares más de ingresos este mes…

Y no lo logré…

Significa que…

¿No tuve éxito?

(Antes de seguir con mi argumento, quiero volver a aclarar algo: no estoy diciendo que no podamos utilizar el concepto del éxito y la definición que hagamos de él para referirnos a procesos en nuestra vida; lo que estoy es queriendo mostrar la hipnosis que usualmente acompaña a dicho uso).

¿Acaso porque no logré lo que mi mente física, mi ego, esperaba… significa que la vida se equivocó esta vez conmigo? ¿Significa que no soy (suficiente, capaz, merecedor, valioso, poderoso…)?

Qué tal si al no haber logrado los ingresos que esperaba, eso me lleva a reflexionar sobre lo que he venido haciendo de una manera en que no lo había hecho hasta ahora…

Y esa reflexión me lleva a conectar con la inspiración a hacer algo diferente…

Que al llevarla a la acción me conduce a encontrarme con una persona que tenía tiempo que no veía…

Y de ese reencuentro surge la recomendación de conocer a otra persona que ni conozco pero que aparentemente me puede ayudar a desarrollar mi nueva idea…

Y al conocerla se abren las puertas…

De lo que termina manifestándose como una nueva, extraordinaria, maravillosa, y apasionada y altamente rentable aventura de negocios.

¿Qué pasó entonces? ¿Fui o no fui exitoso al no haber logrado los diez mil dólares de ingresos adicionales que me había puesto como meta?

¿Según qué parámetros? ¿En qué contexto?

¿Y por qué usar un parámetro y no otro? ¿Por qué quedarte en un contexto y no incluir otros?

¿Acaso no fue perfecto que no lograra lo que en un principio—a nivel de mi mente física—quería lograr?

Para mí, una de las ideas más liberadoras en mi vida ha sido la siguiente:

Yo (mi mente física, mi ego) no tengo ni idea de que está pasando en mi vida.

La verdad, es que no sé.

Y cualquier cosa que pretenda saber acerca de lo que me ocurre—y de cómo me mido ante arbitrarios estándares de eso que hemos llamado éxito—no incluye lo que mi consciencia expandida, mi alma, está eligiendo explorar, crear y disfrutar en esta vida.

Te lo pongo de esta forma…

Cualquiera que sea la definición de éxito que hayas usado hasta ahora—y las que decidas seguir utilizando para jugar ese juego—es una ilusión.

Una invención.

Una elección totalmente arbitraria… innecesaria… e insuficiente.

Arbitraria, porque no hay absolutos y eres tú quien la elige. Y como puedes elegir cualquiera, no hay ninguna que “sea”.

Innecesaria, desde el punto de vista de que para vivir tu vida plenamente y para gozarte la expansión de tu consciencia y la evolución de tu alma, es irrelevante lo que decidas creer con tu mente que el éxito “es”.

Insuficiente, porque ninguna definición del ego puede abarcar lo que es la existencia del alma. Ninguna idea de lo que creas que está pasando con tu vida, incluye lo que tu alma y la Existencia orquestan.

Cualquier definición que escojas para el éxito, te puede llevar a experimentarte dentro de la hipnosis de la supeditación del ser al tener, y de la búsqueda por el después (“Después de que logre… es que seré exitoso“).

Un después que nunca llega. Y uno que, además, para ser reiterativo, es totalmente arbitrario e innecesario.

Hemos tenido la idea de que el éxito es importante. De que el éxito es parte clave de la vida. De que estamos aquí para ser exitosos. De que la felicidad y la calidad de vida están relacionadas, y hasta condicionadas, al éxito. Esas son bases del paradigma tradicional del desarrollo personal.

Pero desde esas hipnosis, llevándolas a su expresión extrema, hemos hasta podido creer que si no somos exitosos, no somos nadie.

¡Qué absurdo!

Tu ser… es.

No necesita de nada.

Lo que quiere es simplemente… ser.

Expresarse.

Explorarse.

Disfrutarse.

Te aseguro que libre de la camisa de fuerza que el éxito puede llegar a ser (por más grande que ambiciones definirlo), podrás expresarte, explorarte y disfrutarte aún más y con mayor liviandad, creatividad y autenticidad.

Si aún quieres jugar con definir éxito, te ofrezco un significado.

Éxito = Existir.

¡Listo! Ya eres exitoso… y no hay nada que hacer al respecto.

No hay nada que construir. Nada que lograr. Nada que mantener. Nada que aumentar.

Nada que esperar.

Simplemente… ser.

Ser… plenamente…

Ahora.

 

Fuente: http://elpoderdeser.com/

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