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LA PLUMA, EL CHIMBOTE Y LA PALABRA
Hernán Casciari Cuando Cristina no me ve, cuando se descuida, cuando baja la guardia o se duerme, unto el chupete de Nina en un tarro de dulce de leche Chimbote, y se lo pongo en la boca con gesto conspirativo. Entonces espero que mi hija deguste el manjar, que se le dilaten las pupilas, que haga una especie de sonrisa triunfal y que se llene de genuina argentinidad. —¡El pediatra ha dicho que solamente leche! —se queja la madre cada vez que descubre a su hija con la trompa marrón— ¡Que le van a salir parásitos, gilipollas! —Pero son parásitos argentinos —le discuto—, que no le hacen…
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ONDAS QUE DEJAMOS AL PASAR
Eli Bravo Imagina que dejas caer una piedra sobre la superficie del agua. ¿Puedes ver las ondas expandiéndose hasta suavizarse en la lejanía? Esa es pura energía en movimiento. Y cuando parecieran haberse extinguido, en realidad, esas ondas siguen interactuando con los elementos a un nano nivel que tu imaginación no puede concebir (y evidentemente tampoco la piedra). Así como esas ondas son las huellas que dejamos con nuestras palabras y acciones, viajando cargadas con la energía que les imprimimos y tocando a todas las personas que se cruzan en su camino. Una vez que las dejamos ir ya no nos pertenecen, y muchas veces, quienes…
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UN DEDO EN LA SOPA…
Gino Winter Jaime llegó justo cuando estábamos «haciendo cola», en la tediosa fila —pegada a la pared perimetral del Jardín Botánico— para ingresar al comedor universitario de San Marcos, mirando siempre hacia arriba, porque sobre nosotros colgaban amenazantes los frutos de la Kynngeylli pinnata, famosa planta piurana, conocida como «matacojudos» porque sus frutos duros y pesados, —parecidos a un nabo, pero más grandes— solían desprenderse sin aviso y caer sobre algún cojudo que estaba desprevenido y/o leyendo un libro, y noquearlo o al menos causarle un doloroso chichón. Jaime comenzó a bromear con su nuevo llavero de plástico que simulaba un dedo sangrante, chancado y cortado, el cual le…
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¿CUÁN GRANDE ES TU CÍRCULO?
Eli Bravo Imagina que dibujas un círculo a tu alrededor y adentro metes a todas las personas que podrían compartir contigo la bandera de “nosotros”. Deja afuera a los que para ti deberían llevar el estandarte de “ellos”. Míralos bien. Es casi seguro que apreciarás y respetarás a los del lado de acá. Y probablemente a quienes estén fuera les tendrás recelo, desconfianza, o incluso, una dosis de odio. Esta separación entre unos y otros está dibujada en nuestra mente. O debería decir, en nuestra arquitectura cerebral. En la evolución de nuestra especie esta distinción entre ellos y nosotros fue una estrategia de adaptación y supervivencia…
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LA CALLE
Alberto Camus Con frecuencia he oído a los oraneses quejarse de su ciudad: «No hay un ambiente interesante». Pero, bueno, ¡si no lo querríais! Algunas almas candorosas han intentado que se aclimataran en ese desierto las costumbres de otro medio, fieles al principio de que para servir al arte o a las ideas hay que ponerse a ello entre unos cuantos. El resultado ha sido tal, que no quedan más ambientes instructivos que los de los jugadores de póker, los aficionados al boxeo, los maníacos de los bolos y las sociedades regionales. Ahí, al menos, reina la naturalidad. Al fin y al cabo, existe cierta grandeza que…