• LITERATURA

    NUNCA ES TARDE

    Roberto Bennett   Nacho comenzó a visitarla los domingos que no había fútbol en el Estadio Centenario. Hincha del club Nacional desde pequeño, ya en su Guichón natal escuchaba y sufría todos los partidos de los tricolores por radio. Llegó a la capital para cursar estudios universitarios en ciencias económicas y de la sarta de recomendaciones con que le había bombardeado su madre, Nacho recordó especialmente aquel pedido de visitar seguido a la tía Lucía. En el álbum familiar, tía Lucía era la hermana mayor, la transgresora inocente que no se había casado. Figuraba como hija devota y ejemplar, buena prima, siempre bien dispuesta y adorada por sus sobrinos. En…

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    MIRIAM

        Truman Capote   Desde hacía varios años Mrs. H. T. Miller vivía sola en un agradable apartamento (dos habitaciones y una cocina pequeña) de un viejo edificio de piedra recién rehabilitado, cerca del río Este. Era viuda: el seguro de Mr. H. T. Miller le garantizaba una cantidad razonable. Le interesaban pocas cosas, no tenía amigos dignos de mención y rara vez se aventuraba más allá del colmado de la esquina. Los otros habitantes del edificio parecían no reparar en ella: sus ropas eran anodinas; sus facciones, simples, discretas; no usaba maquillaje; llevaba el pelo gris acerado corto y ondulado sin mayor esmero, y en su último cumpleaños…

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    NADA DE TODO ESTO

        Samanta Schweblin   —Nos perdimos —dice mi madre. Frena y se inclina sobre el volante. Sus dedos finos y viejos se agarran al plástico con fuerza. Estamos a más de media hora de casa, en uno de los barrios residenciales que más nos gusta. Hay caserones hermosos y amplios, pero las calles son de tierra y están embarradas porque estuvo lloviendo toda la noche. —¿Tenías que parar en medio del barro? ¿Cómo vamos a salir ahora de acá? Abro mi puerta para ver qué tan enterradas están las ruedas. Bastante enterradas, lo suficientemente enterradas. Cierro de un portazo. —¿Qué es lo que estás haciendo, mamá? —¿Cómo que qué…

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    NO TE ENAMORES DE UNA MUJER QUE LEE

        Martha Rivera Garrido   No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No…

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    EL ALFILER

        Ventura García Calderón   La bestia cayó de bruces, agonizante, rezumando sudor y sangre, mientras el jinete, en un santiamén, saltaba a tierra al pie de la escalera monumental de la hacienda de Tilcabamba. Por el obeso balcón de cedro, asomó la cabeza fosca del hacendado, don Timoteo Mondaraz, interpelando al recién venido, que temblaba.   Era burlona la voz de sochantre del viejo tremendo:   -¿Qué te pasa, Borradito? Te están repiqueteando las choquezuelas… ¡Si no nos comemos aquí a la gente! Habla no más.   El borradito, llamado así en el valle por el rostro picado de viruelas, asía con desesperada mano el sombrero de jipijapa…