• DE TODO UN POCO

    EL GENIO Y EL OLVIDO

    Edgar Iván Hernández Nací en la periferia de la gran ciudad pero a mí no me importaba eso, porque mi infancia fue feliz, entre mis hermanos, mi madre y mi padre, allá en la vieja Acolhuatán. Teníamos perros y caballos. Éramos tres hermanos de mamá y tres de papá. El mayor era hijo de papá y nos quería mucho. Yo era el menor de mamá. A todos nos asignaron un oficio: el barbero, el albañil, la planeadora, el zapatero, el ordenanza y la tortillera. Los hermanos mayores decidieron ayudarnos para que los menores estudiáramos; por eso asistí a la escuela Joaquín Rodezno donde salí con primeros lugares hasta el Bachillerato,…

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    MI SEGUNDO PADRE

    Edgar Iván Hernández Vivía en las tumbas del Cementerio del pueblo debido a su severa enfermedad que lo llevó a un terrible estado de demencia. Años antes, su familia le cerró las puertas y decidió buscar la casa de su abuelo Moisés, y éste, al principio lo dejó dormir en el patio donde había un viejo sillón de sala. Pero como empezó a orinarse en el lugar donde dormía, le botaron el mueble en un basurero cerca del cementerio y jamás volvió por la casa del abuelo. Entonces trasladó su sillón bajo unos árboles de bambú en el cementerio municipal, su nueva casa. Cuando llegaron los días de lluvia uno…

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    SEMOS MALOS

    Salarrué Goyo Cuestas y su «cipote» hicieron un «arresto», y se «jueron» para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en la bandolera; el muchacho, la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de «lata» monstruosa que «perjumaba» con música. -Dicen quen Honduras abunda la plata. -Sí, tata, y por ái no conocen el fonógrafo, dicen… -Apurá el paso, vos; ende que salimos de Metapán trés choya. -¡Ah!, es que el cincho me viene jodiendo el lomo. -Apechálo, no siás bruto. «Apiaban» para sestear bajo los pinos chiflantes y odoríferos. Calentaban café con ocote. En el bosque de…

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    LA JUANA CHICA

    Víctor Cáceres Lara Don Abdón era ampliamente conocido en el pueblo de Los Robles, uno de esos lugares como hay tantos en nuestra patria, con plenitud de música y de trinos, con henchidura fragancia de pinares, con aflautado murmurar de brisas y rezongo apagado de torrentes al estrellar su linfa contra el filo de las piedras. Durante toda su vida había mostrado siempre la serena virtud que en su carácter austero’y cabal habían inculcado sus mayores. Blanco, con extraña blancura de europeas reminiscencias, llegaba todos los domingos a la iglesia para oír la misa, y blanco de su traje y de su alma regresaba a su hato de los alrededores,…

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    EN LA PLAYA

    César Klauer Papá encontró la silueta de Gaby recortada sobre el fondo de la desarmada ola. Minutos antes, ambos habían visto juntos cómo la piedra, plana como una mesa, despedía un espasmo plateado que tomaba la luz del sol, la convertía en un tornasol dorado verdoso azulado. Los diminutos espejos emanaban un imperceptible vapor salado, arrancado por el calor del medio día. Delante de ellos, la espiga brillante se curvaba en el aire, boqueando gritos sordos incrustados en el tenue cedazo, tirante hacía poco menos de un minuto, pero relajado ahora, enroscándose en círculos desordenados que intentaban infructuosamente atrapar las piedras de alrededor, las manos de papá, los pies de…