• LITERATURA

    DOS VALIJAS

        Claudia Piñeiro   Dos valijas. Eso dijo Mauro. Volví a preguntar: “¿Estás seguro?”. “Sí, estoy seguro”, respondió con paciencia. Todos me tenían paciencia en aquellos días. “No pueden ser dos”, insistí. Pero Mauro ya no dijo nada porque ahí estaban las dos, en el recibidor del departamento. Apenas se atrevió a señalarlas con las manos abiertas, las palmas hacia arriba, mientras vacilaba en el marco de la puerta dudando de si entrar o irse. “Pasá y tomamos un café”, le dije. “¿Estás de ánimo? Mirá que no hace falta. Si querés descansar, o estar sola…”. “No, tomemos un café, que me va a hacer bien”, dije sin estar…