REFLEXIONES

APEGOS QUE NUBLAN LA REALIDAD

 

 

Eli Bravo

 

¿Cuál es la diferencia entre ver un juego de fútbol de dos equipos cualquiera y uno donde está tu equipo favorito? La respuesta evidente es la emoción y el nivel de excitación. Por más que te guste el fútbol, si no tienes preferencias por los jugadores en la cancha el asunto es a lo sumo un pasatiempo. Pero cuando se trata de tu equipo los gritos son otros.

Esta emoción expresa algo mas complejo: el nivel de apego, o la intensidad con que abrazas lo que el equipo simboliza. Porque mientras más te identificas con él, más lo asumes como parte integral de tu vida, y cada gol a favor o en contra deja de ser una pelota contra la malla para transformarse en euforia o sufrimiento.

Este ejemplo del fútbol lo utiliza Don Miguel Ruiz Jr. en su libro Los cinco niveles del apego para ilustrar cómo nos relacionamos con nuestras creencias y las de otras personas. Incluso, la forma como experimentamos las cosas que nos suceden. “Nuestro punto de vista crea nuestra realidad. Cuando nos apegamos a nuestras creencias, nuestra realidad se vuelve rígida, estancada y opresiva” escribe Don Miguel Jr. “A medida que mis apegos se vuelven más fuertes y consolidados, voy dejando de ser consciente de mi yo verdadero al verlo a través de los filtros de mi sistema de creencias”.

La gradación de los cinco niveles va desde reconocer el yo verdadero hasta llegar al fanatismo. En el primer nivel experimentamos nuestro potencial de vida y nos involucramos con personas y objetos de manera abierta y fluida. A medida que el apego es mayor, nuestro conocimiento del mundo se hace más pesado hasta dictarnos cómo deberían ser las cosas y los demás. Así, mientras mayor es el apego menor es la capacidad de vernos como seres únicos e independientes, y en lugar de establecer puentes de conexión y comunicación, levantamos barreras y presentimos guerras por todas partes. Para un fanático religioso, ideológico o deportivo el mundo se divide entre nosotros y ellos. La realidad solo se explica en términos de dogmas y sentencias definitivas.

“Una persona fanática está totalmente domesticada por sus creencias y su conocimiento se vuelve inflexible y controlador” escribe Don Miguel Jr., llamando la atención sobre los peligros de la deshumanización. “El fanatismo es la pérdida absoluta del respeto por otro ser vivo, cuando uno deja de verlo como tal y lo transforma en una idea o un número”.

Un apego de estas dimensiones produce mucho mas que una barra de hooligans en el estadio. Cuando intoxica a toda una sociedad desemboca en polarización y guerras civiles. También lleva a justificar atropellos y fracasos. Con los filtros de las convicciones nublando la consciencia, la realidad deja de experimentarse tal y como es en el momento presente para convertirse en la historia de lo que nuestras creencias dicen que deberían ser. Para el fanático lo que en realidad sucede es irrelevante. Lo que importa es la interpretación que hace (o le imponen) en base al dogma, la ideología y la propaganda.

¿Cómo ir soltando los apegos? Hace falta una dosis de reconocimiento, de duda y consciencia.

Reconocimiento de que existe un apego a esas creencias hasta el punto de cerrar el corazón y la mente. Duda para preguntarse, y decidir, si se desea mantener ese apego. Y consciencia para experimentar las cosas tal y como son. Sin filtros. O al menos, reconociendo su existencia y procurando que no se conviertan en gríngolas.

Porque no eres caballo en desfile militar con las riendas cortas y sin libertad para mirar el horizonte que tienes por delante. Eres libre de elegir en todo momento.

 

Fuente: http://www.inspirulina.com

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