LA MÁSCARA DEL PERFECTO IDIOTA
Agustín García Andrade
Como muchos fui educado para ¨ser un niño bueno¨, dejar que otros decidan mis Sí o mis No, y hacer cosas para complacer o agradar, aunque para eso tenga que ponerme en segundo plano. El bueno por mandato, la máscara que con humor llamo ¨el perfecto idiota¨. Eso no es amor ni espiritualidad, es sacrificio. Es caos. Y duele. Si pretendo ser lo que un mundo loco espera de mí, ya puedo inscribirme para cursar Coherencia y Autenticidad en la próxima vida.
La manera en que me relaciono con el entorno es el reflejo de cómo me llevo conmigo. Así como trato al otro, así me estoy tratando. Entonces para poder sentirme bien con los demás, primero se trata de sentirme bien, aceptarme y darme atención; así tal cual soy. No se trata de buscar que me quieran, sino de quererme. Ni de buscar que me respeten, respetarme. O de buscar que me cuiden, cuidarme. Escucharme y reconocerme.
Primero conmigo, en ese orden.
Tampoco se trata de pretender o esperar que los demás cambien, sino cambiar yo, ser quien soy en cada momento de la vida. Sin máscaras, sin imágenes. Entrenando mi corazón a comprender, y mis ojos a ver más allá de las apariencias. Darme cuenta que cada uno es libre de escribir la historia que quiera, de irse o de quedarse.
Las relaciones como espejos, son la oportunidad de ver reflejado lo que a veces no puedo ver de mí, la sombra, lo que escondo en lo profundo, lo que duele y molesta, y me escapo de enfrentar cara a cara. Los vínculos de amor real no se dan entre ideales, sino entre seres humanos dispuestos a conocerse, a perdonar y trabajar las diferencias. Las diferencias posibles de complementarse o reconciliar no están ahí para separar, sino para integrar la idea que lo diverso también une. Creo que esto es aplicable no sólo al amor de pareja sino a todas las relaciones que se entablan en la vida, sean también familiares, comerciales, de proyectos o amistades.
Nadie vino a este mundo a satisfacer las expectativas de nadie, nadie puede hacer feliz o infeliz a los demás. Pero sí se puede elegir dar lo mejor y ser honesto de los pies a la coronilla. Y recibir lo mismo que se da, ni más, ni menos.
Fuente: http://www.inspirulina.com/