LOS ESCRIBIDORES
Pedro Gil
a los distinguidos y tozudos
poetas de una ciudad anónima
así que bebieron purgantes de neologismos para gramaticar el verbo
así que con el diccionario en el bolsillo
circulan las calles,
sufren, asisten a los concurso del engaño,
hablan de la artritis de la vecina y de sus libros que no leyeron.
sueñan que metaformosean el mundo,
sueñan con la verga de la eternidad
y que son inmortales.
y están convencidos, están bárbaramente convencidos,
nacieron con los nombres más perfectos de un poeta.
lo desastroso es que no saben que cada uno es una
circunscripción del olvido y que la inteligencia
de sus versitos
reposa en la imaginación de las moscas
y les tengo lástima.
no sé, tengo tanta lástima, al verlos triviales, invidentes,
tan pequeñitos, gorjeando en todas
las mesas
redondas de la acidia,
creando metáforas de purísimas ganas.
y huyen de mí,
temen mi presencia, lo saben bien estos enanos
locuaces.
soy un tímido universo.
y sinceramente soy grande.
indeleblemente grande,
irreductible, indestructiblemente
grande.
y les preocupa y lo niegan,
lo cual es cotidiano.
pero míralos como gesticulan,
míralos como decretan irrisorias leyes,
pregúntales todo lo que quieras,
sólo ellos pueden meterse la luna al corazón.
Y piensa bien esto:
en un sitio cronométrico de mi ciudad anónima, de todas las ciudades
anónimas,
encontrarás siempre a filósofos que se
masturban
metafísicos del alcohol,insolentes micropoetas badulaques.
y cuando literalmente machaco la lógica de la palabra:
pienso, imagino, creo, deduzco:
los legalizados inolvidables poetas,
mis gigantes poetas,
en sus tumbas cabreados se asustan de tanto desperdicio
de poemas.
en la tierra me cabreo yo.
yo soy esos poetas.
Colaboración de Roberto Ponce Cordero
Fuente: https://elaranazo.wordpress.com