• DE TODO UN POCO

    ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

    Cristina Peri Rossi El espacio que queda entre la espada y la pared es exiguo. Si huyendo de la espada, retrocedo hasta la pared, el frío del muro me congela; si huyendo de la pared, trato de avanzar en sentido contrario, la espada se clava en mi garganta. Cualquier alternativa, pues, que pretenda establecerse entre ellas, es falsa, y como tal, la denuncio. Tanto el muro como la espada sólo pretenden mi aniquilación, mi muerte, por lo cual me resisto a elegir. Si la espada fuera más benigna que el muro, o la pared, menos lacerante que el filo de aquella, cabría la posibilidad de decidirse, pero cualquiera que las…

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    LA PROMESA

    Eduardo Sacheri Decime vos para qué cuernos te hice semejante promesa. Se ve que me agarraste con la defensa baja y te dije que sí sin pensarlo. Pero esta mañana, cuando me levanté, y tenía un nudo en la garganta, y una piedra que me subía y me bajaba desde la boca hasta las tripas, empecé como loco a buscar alguna excusa para hacerme el otario. Pero no me animé a fallarte, y a los muchachos los había casi obligado a combinar para hoy, así que no podía ser yo quien se borrara. -¿A dónde vas? -me preguntó Raquel, cuando vio que a las doce dejaba el mate e iba…

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    LA HUELLA DEL PULGAR DE SAN PEDRO

    Agatha Christie Ahora, tía Jane, te toca a ti -dijo Raymond West. -Sí, tía Jane, esperamos algo verdaderamente sabroso -exclamó en tono festivo Joyce Lempriére. -Vamos, vamos, no se burlen de mí, queridos -replicó la señorita Marple plácidamente-. Creen que por haber vivido toda mi vida en este apartado rincón del mundo probablemente no he tenido ninguna experiencia interesante. -Dios no permita que considere la vida de un pueblo como apacible y monótona -replicó Raymond acaloradamente-. ¡Nunca más después de las horribles revelaciones que acabamos de oír de tus labios! El mundo cosmopolita parece tranquilo y pacífico comparado con St. Mary Mead. -Bueno, querido -dijo la señorita Marple-, la naturaleza…

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    SILENCIO

    Clarice Lispector Es tan vasto el silencio de la noche en la montaña. Y tan despoblado. En vano uno intenta trabajar para no oírlo, pensar rápidamente para disimularlo. O inventar un programa, frágil punto que mal nos une al súbitamente improbable día de mañana. Cómo superar esa paz que nos acecha. Silencio tan grande que la desesperación tiene vergüenza. Montañas tan altas que la desesperación tiene vergüenza. Los oídos se afilan, la cabeza se inclina, el cuerpo todo escucha: ningún rumor. Ningún gallo. Cómo estar al alcance de esa profunda meditación del silencio. De ese silencio sin memoria de palabras. Si es muerte, cómo alcanzarla. Es un silencio que no…

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    LA GUERRA DEL CERDO

    Martín Caparrós Fue muy rápido: hace cuatro meses era una novedad extrema, lo inesperado y nunca visto, y ahora la pandemia ya tiene su historia, sus etapas, sus infinitos recuerdos y sus recuerdos infinitos. Pocas veces la humanidad tuvo que aprender tan rápido conductas tan distintas; pocas veces, es cierto, tuvimos tanto miedo. Ya hay, entonces, revisionistas de la peste, gente que la entendió en minutos y que ahora, cuatro mil horas después, va entendiendo que entendió tan poco. Al principio hubo incluso imbéciles que escribieron que una de las grandes novedades de la plaga era su carácter igualitario: que atacaba por igual a ricos y pobres, poderosos e impotentes…