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LA UTOPÍA
Eduardo Galeano Qué tal si deliramos por un ratito qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones En las calles los automóviles serán aplastados por los perros la gente no sera manejada por el automóvil ni será programada por el ordenador ni será comprada por el supermercado ni será tampoco mirada por el televisor El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas Se…
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UNA EXPERIENCIA PRIVADA
Chimamanda Ngozi Adichie Chika entra primero por la ventana de la tienda de comestibles y sostiene el postigo para que la mujer la siga. La tienda parece haber sido abandonada mucho antes de que empezaran los disturbios; las estanterías de madera están cubiertas de polvo amarillo, al igual que los contenedores metálicos amontonados en una esquina. Es una tienda pequeña, más pequeña que el vestidor que tiene Chika en su país. La mujer entra y el postigo chirría cuando Chika lo suelta. Le tiemblan las manos y le arden las pantorrillas después de correr desde el mercado tambaleándose sobre sus sandalias de tacón. Quiere dar las gracias…
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LA CANCIÓN DE PERONELLE
Juan José Arreola Desde su claro huerto de manzanos, Peronelle de Armentières dirigió al maestro Guillermo su primer rondel amoroso. Puso los versos en una cesta de frutas olorosas, y el mensaje cayó como un sol de primavera en la vida oscurecida del poeta. Guillermo de Machaut había cumplido ya los sesenta años. Su cuerpo resentido de dolencias empezaba a inclinarse hacia la tierra. Uno de sus ojos se había apagado para siempre. Sólo de vez en cuando, al oír sus antiguos versos en boca de los jóvenes enamorados, se reanimaba su corazón. Pero al leer la canción de Peronelle volvió a ser joven, tomó su rabel,…
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LA LÓGICA DEL ENOJADO
Gonzalo Peltzer La cuarta vez que me llamaron a las 2 de la madrugada para avisarme que algo no andaba bien en mi línea de teléfono, contesté que si llamaban otra vez a esa hora iba a cortar el servicio de seguridad al que estaba abonado. Luego, ya de día y despierto, hablé con alguien de la compañía a quien le expresé lo mismo, pero además le remarqué que una llamada a esas horas siempre sobresalta al que atiende y que yo pagaba una empresa de seguridad para que cuiden mi sueño y no para que me pongan al borde del infarto día por medio. ¿Qué haría…
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UN SIMPLE CORTE DE PELO… EN NEW JERSEY
Gino Winter Una madrugada al afeitarme, noté en el espejo que un triste mechón de cabellos plateados caía sobre mi frente a manera de rulo; al pasarle el peine quedé con un ligero ventarrón a Don Miguel Aveces Gemía (o Aceves Mejía, creo) así antes de que la cosa empeore y empiece a parecerme a La Tongolele decidí hacerme un simple corte de cabello, aquí… en New Jersey. Lo primero que hice fue entrevistar a todos los muchachos que trabajaban conmigo y preguntarles dónde se cortaban el pelo, para no caer nunca en esos terribles centros experimentales en donde asesinos de la tijera han dejado a la…