• LITERATURA

    EL POINT DE LAS PUTILINGAS

        Gino Winter   «¡AGUA… AGUA… AGUAAA!…» El grito hídrico, repetido por varias voces femeninas, me sonaba como un eco raro, como el coro de una comedia musical, de esas sandungueras del trópico. Yo estaba saliendo por la mampara lateral de mi «efficiency» a una pequeña terraza improvisada —que daba a los jardines que nos separaban de la calle— a fumar un More, mirando las estrellas de una medianoche tranquila, silenciosa, impregnada por el olor a limpio de los jacintos… cuando empezó el dengue. Había conseguido un empleo temporal en un almacén cercano a la Pequeña Habana y tuve que mudarme cerca a Le Jeune y la famosa Calle…