• LITERATURA

    NIDO DE GUSANOS

                                                Magela Baudoin   I.   La chica se había marchado apurada, dejando en la sobremesa una impostada indiferencia que no duró demasiado. Por eso, con el café a medias y el final de la cena en ciernes, llegaron de manera ineludible al único tema que no se había tocado, pero del que ninguno podía sustraerse. Eda, al menos, no pudo.   —¿Y bien? —dijo, maliciosamente— ¡No podemos decir que no hayas roto el molde! ¿eh?   Hubo leves sonrisas.   —No es para tanto, Eda —dijo Blas, forzando una mueca.   —¿Quién lo diría? —intervino Duke—. Se te ha salido lo puritana.   —¡Ahí estás de nuevo! No…